Trabajar desde la perspectiva intergeneracional persigue como objetivo, el intercambio, la cooperación y el beneficio mutuo. Y hoy, en nuestro taller intergeneracional, podemos decir que lo hemos conseguido.
Nuestros adultos mayores
han tenido la posibilidad de dar y recibir. Dar o más bien, “darse”
a conocer a los más pequeños, que les ha permitido sentirse útiles y valiosos,
compartir su historia y su presente, como un bien valioso para ellos.
Han recibido atención y
afecto, además de ser contagiados de la alegría y dinamismo de los más
pequeños.
El juego compartido los
ha transportado a su infancia, donde no disponían de valiosos juguetes ni altas
tecnologías, pero por suerte, una infancia cargada de canciones y de cuentos (la muñeca del vestido azul, el patio de mi
casa, Susanita tiene un ratón, al pasar la barca, el lobo y los tres cerditos,
la caperucita roja…) una larga lista de melodías y cuentos que los pequeños
cantaban y recitaban a la perfección. Un maravilloso denominador común que
jamás debería perderse.
Al establecerse una
dualidad en la que ambas partes se enriquecen, los más pequeños han pasado una
jornada muy divertida. A través de los juegos en nuestra piscina, las canciones
de ayer y de hoy y los cuentacuentos, han descubierto la identidad, las
costumbres, los pensamientos, la personalidad, y en definitiva, la sabiduría de
los abuelos.
Con la experiencia de
hoy, los pequeños han sido capaces de mostrar a los abuelos las fortalezas que
estos tienen, y casi sin darnos cuenta, han incrementado la confianza de estos
en sus capacidades.
Y sin ser el objetivo
principal hemos contribuido a la
conciliación de la vida familiar y laboral, con una maravillosa jornada entre
trabajadores y sus hijos.
Sihan
Licenciada en Psicóloga
Grupo La Alfaguara
Licenciada en Psicóloga
Grupo La Alfaguara
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